Labrador, ya eres más de la tierra que del pueblo. Cuando pasas, tu espalda huele a campo. Ya barruntas la lluvia y te esponjas, ya eres casi de barro. De tanto arar, ya tienes dos raíces debajo de tus pies heridos y anchos.
Madrugas, labrador, y dejas tierra de huella sobre el sitio de tu cama, a tu mujer le duele la cintura por la tierra que dejas derramada. Labrador, tienes tierra en los oídos, entre las uñas tierra, en las entrañas; labrador, tienes chepa bajo el hombro, y es tierra acumulada, te vas hacia la tierra siendo tierra los terrones te tiran de la barba. Ya no quiere que siembre más semillas, que quiere que te siembres y te vayas, que el hijo te releve en la tarea; ya estás mimetizado con la parva, estás hecho ya polvo con el polvo de la trilla y la tralla.
Te has ganado la tierra con la tierra, no quiere verte viejo en la labranza, te abre los brazos, bella por el surco, échate en ella, labrador, descansa.
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